En cierta ocasión un borracho vio
a un perro pequeño, de color negro; al verlo lo cogió y le arrancó uno por uno
sus ojos, después se arrepintió, ya era muy tarde el can se quedó sin ambos ojos.
Poco después decidió acabar con el sufrimiento del pobre perro y lo estranguló
con sus propias manos. Siguió su camino a casa, el vio que su casa se estaba
ardiendo.
─ ¡Fuego! Se quema mi casa ─ toda la
casa ardía.
Después del incendio, sólo le quedaron
un par de tabiques en pie, todo lo demás fue totalmente consumido por el
incendio, este señor fue a ver lo que le quedaba de su casa; entró y vio que en
la pared estaba dibujada la imagen del perro que mato.
Después de un mucho tiempo, y con
la situación normal, nuestro personaje encontró a un perro pequeño y decidió
adoptarlo, y se lo llevó a su casa.
El sospechaba algo que el perro le
miraba mal, que solo se fijaba de su mujer, el perro no le seguía, ni le hacía
caso al señor. Un día que había bebido mucho,
llegó a ebrio a casa con la decisión de matar al perro, cogió un machete
y se la echó con fuerza a la espalda del perro y sin saber mató a su esposa,
ella se había puesto detrás del animal para ver lo que su esposo iba hacer pero
recibió el machete y murió instantáneamente.
El hombre desesperado no sabía qué
hacer, decidió hacer un agujero en la pared del sótano, y metió al cadáver, lo
tapo como si la pared estuviera intacta, siguió su propósito de matar al perro,
pero no lo encontró.
Paso dos meses después. La gente
sospechaba de la extraña desaparición de su vecina y la policía lo incriminaba
como principal sospechoso. Los agentes policiales decidieron ir a su casa para continuar
la investigación, pero no encontraron nada, de pronto empezaron a escuchar lo
que perro ladraba desde el sótano, los agentes se guiaron por el animal y ahí
encontraron al cadáver detrás de la pared y vieron que allí había un perro
ladrando y a la mujer muerta.
CONDORI HUARCAYA, Alejandra Rocio
Villa Cerrillos, Cerro Colorado, Arequipa
2012
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